En el corazón del monasterio se alza la iglesia principal, dedicada a San Nicolás, con frescos pintados en 1527 por Teófanes el Cretense. Estas vibrantes obras representan la vida de Cristo, retratos de santos e incluso una rara escena en en la que Adán nombra a los animales, un toque inusual y caprichoso en el arte bizantino.










